Adéntrate en las profundidades del valle de la Garcipollera y conoce los pueblos deshabitados de Bescós, Acín, Larrosa y Villanovilla. Este último rehabilitado en los últimos años.
Más que una ascensión, podríamos considerar esta incursión a las profundidades del valle de la Garcipollera como un bonito desvío para disfrutar de este valle surcado por el río Ijuez. Los pueblos del valle fueron expropiados como consecuencia de la agresiva política de construcción de embalses y pantanos que asoló muchos pueblos de Pirineo y desde entonces reina el silencio en la Garcipollera.
Entre grandes pinares, endrinos y la mayor población de ciervos de todo el país la carretera nos llevará hasta las ruinas de Bescós, uno de esos pueblos abandonados en los que el Gobierno de Aragón ha instalado una granja experimental.
Al final llegamos a Villanovilla, donde termina la carretera. Este pueblo nunca fue abandonado del todo y en los últimos años ha sido rehabilitado, por lo que impresiona el buen estado de sus casas de piedra y pizarra. En Villanovilla hay un albergue, un restaurante y algún alojamiento rural. De hecho, es un espectacular pueblo en el que alojarse si queremos disfrutar de la más absoluta tranquilidad y aprovechar para conocer a pie lugares como la ermita de Santa María de Iguacel, una pequeña joya del románico ubicada en medio de una bonita pradera.
Este pueblo pirenaico es conocido como ‘el de las mil reliquias’ por la leyenda que cuenta que un peregrino que las llevaba consigo rumbo a Santiago de Compostela paró a descansar y no pudo moverlas nunca de allí.
Merece la pena pasear por su casco urbano y sus casas de piedra caliza. También tiene una iglesia románica del siglo XII
En Castiello de Jaca hay una considerable oferta de alojamientos (incluidos albergues y campings) y de restaurantes.
En la localidad hay mucha tradición ciclista, pues fue la primera en acoger una prueba de ciclismo en carretera de carácter internacional.
Bescós, Acín, Larrosa y Villanovilla eran los cuatro pueblos habitados de este valle que tuvieron que ser abandonados tras la expropiación a mediados del siglo XX. Un paseo por las ruinas de Bescós o Larrosa servirán para hacernos una idea de las consecuencias de estas políticas de expropiación. Villanovilla es el único pueblo que nunca llegó a abandonarse del todo y que, a día de hoy, ha vuelto a la vida.
En las profundidades del valle, ya andando o en bicicleta de montaña, llegaremos a la ermita de Santa María de Iguácel, levantada en 1072 y declarada Bien de Interés Cultural en 1990.
El paisaje de la Garcipollera fue declarado Lugar de Interés Comunitario por la Red Europea Natura 2000 por su alto interés medioambiental.
Precioso pueblo ubicado en las profundidades del valle de la Garcipollera en el que los vecinos han jugado un papel fundamental para preservarlo mediante la rehabilitación de sus viviendas. El restaurante del Albergue de La Garcipollera cuenta con excelentes valoraciones, especialmente por su chuletón, pero si planeas visitarlo conviene llamar para reservar y asegurar la disponibilidad.